sábado, noviembre 23, 2024
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Por: Lic. M.Sc. Willy Marcos Chipana Mamani

Este miércoles, estuve caminando por la Avenida Mariscal Santa Cruz y la esquina de la calle Colombia, en La Paz, con mi ramo de manzanilla y eucalipto para sahumarme, debido al intenso frío que hace en la sede de gobierno. Me encontré con mi amigo Jorge Rocha, quien me preguntó qué opino acerca del discurso del Presidente Luís Arce, sobre Karl Marx y acentuar el socialismo comunitario.

Inmediatamente, me hizo recuerdo al discurso del expresidente Jaime Paz Zamora, quien arengaba en 1989 que iba a relocalizar el Decreto Supremo 21060 porque son “la nueva izquierda”, pero en los hechos profundizó el modelo neoliberal.

Hablar de Marx, Engels, Trotsky, Lenin, la revolución social, los ricos, los k´aras, levantar la bandera roja o la wiphala es una buena estrategia para ganar votos en los sectores populares urbanos y rurales.

Sin embargo, hay dos factores que todo marxista debe recordar: Para cualquier cambio socioeconómico y político en una sociedad deben existir las condiciones subjetivas y objetivas.

Está claro que, en el campo subjetivo, la conciencia de clase para sí fue sustituido por el en sí que se traduce en la maximización del beneficio individual o particular de la persona como resultado de la acumulación del capital, por ejemplo, militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) que sucumbieron en la corrupción, levantaron empresas privadas o cuentan con negocios privados de grandes capitales.

Este último aspecto, se observa en la floreciente burguesía indígena o “chola” que se desarrolló en los sectores populares como en El Alto que se acomoda al partido político de su interés con tal de obtener un beneficio propio, sin importarle si es marxista, comunista o capitalista.

Este hecho también se refleja en el área rural, donde el productor del occidente con tal de ascender socialmente vende sus toros, vacas u ovejas en las ferias para comprarse una casa en El Alto, La Paz o minibús.

Además, el modelo económico enarbolado por el gobierno y aplicado desde el 2006 no logró transformar el extractivismo por la industrialización de los recursos naturales, aunque se hable de proyectos que aún están en papeles. Esto demuestra que no se consolidó las bases de este modelo de desarrollo en armonía con la comunidad, la naturaleza, equidad ni la solidaridad.

Más al contrario, al menos el 85% de la economía es informal, la migración campo-ciudad e interdepartamental continúa, la explotación laboral se acentuó, el oriente se desarrolló bajo los cimientos del capitalismo que depende del mercado de las transnacionales y el occidente poco o nada cambió porque no existe ni un ganadero de ovejas, aunque los beneficios del Estado (subvenciones o créditos bancarios) eran para todos.

Estos datos demuestran que difícilmente habrá condiciones objetivas para dar ese salto cualitativo al socialismo comunitario, a no ser, que sea un discurso para ganar votos en sectores populares.

Marx decía: La teoría del comunismo se puede reducir a una oración: abolir toda propiedad privada, así como el poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra.

Todo marxista consciente, consecuente y honesto que ama la economía planificada sabe que para ser marxista debe luchar para acabar con la propiedad privada, en primera instancia, luego convertir a las comunidades en cooperativas agropecuarias porque todo lo producido pertenecerá al Estado, quien lo distribuirá entre todos los sectores.

El otro discurso, de hacer combinaciones con el capitalismo o la propiedad privada no tiene ninguna relación con los verdaderos escritos de Marx o Lenin.

Entonces, creer que bajo la estructura económicas y posición política se podrá pasar de una sociedad preminentemente capitalista atrasada a un socialismo comunitario es un “cuento chino” porque primero se tendrá que preguntar al aymara k´amiri (aymara rico) si está de acuerdo con la expropiación de sus bienes, a la gremialista si se desprenderá de su mercadería para entregárselo al Estado o al campesino, si entregará sus tierras y su poco ganado al Estado.

Hablar del verdadero socialismo es interpretar de forma correcta y honesta los escritos de Marx y no colocar adornos o puentes para pactar con la propiedad privada o el capital privado, lo cual conduce al camino que siguieron los militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) o del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en sus mejores épocas, que al final giraron a la derecha o a la economía de mercado.

No faltará alguno que alegará el concepto de lo dialéctico, sin embargo, es preciso mencionar que Marx y Lenin tenían clara la idea que la única manera de generar desarrollo es transformando de forma ascendente las fuerzas productivas (medios y objetos de producción), lo cual consolidarán la nueva sociedad. Este aspecto no se aplicó en los último 16 años, el país es dependiente del mercado internacional porque no hay un mercado interno, no se desarrolló el agro, no se consolidó una nación ni existe una producción de valor agregado que gravite en el mercado externo.

El entusiasmo del Presidente Arce, al hacer referencia de Marx con el fin de lograr adeptos es loable, pero está “muy lejos” de entenderlo para transformar cualitativamente la economía del país. Karl Marx dio las pautas para entender cómo funciona y se sostiene el sistema capitalista desde el trabajo como fuente creadora de riqueza de una clase, lo cual no es ajeno para todo adinerado porque le puede servirle en el negocio que emprende, no por algo en muchas universidades de Estado Unidos (EE.UU.) leen el “Capital” de Marx.

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