Por: Gary Antonio Rodríguez Álvarez (*)
El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, denunció que Rusia realizó “perversos” ataques a Ucrania -gran productor y exportador de granos- lo que podría causar una crisis alimentaria.
“Rusia bombardea y destruye la infraestructura portuaria de Odesa y el
almacenamiento de grano (…) No sólo se retiran del Acuerdo para exportar el grano de Ucrania, sino que lo están quemando”, denunció el Jefe de la diplomacia europea a su llegada a la Reunión de Ministros de Exteriores de la Unión Europea y sentenció: “Si este grano no se almacena y se destruye, significa que habrá una escasez de
alimentos, de grano, en el mundo” (“Borrell advirtió que Rusia provocará una gran crisis alimentaria mundial tras los bombardeos contra puertos ucranianos”, Infobae.com, 20.07.2023).
Para levantar el bloqueo sobre el Mar Negro y permitir que nuevamente Ucrania pueda exportar el maíz, trigo, cebada, soya y otros granos que produce, Rusia demanda que se levante las sanciones que Occidente ha impuesto contra la venta de cereales y fertilizantes rusos, así como las trabas de orden financiero contra sus
operaciones, todo ello a consecuencia de la invasión rusa a Ucrania en febrero del pasado año.
Como era de esperar, el solo anuncio de Rusia. de dar por concluido el Acuerdo forjado en julio del 2022 para permitir que Ucrania pueda exportar sus granos a través del Mar Muerto, provocó inmediatas reacciones a nivel mundial: Preocupación, en quienes son importadores netos de alimentos, por la inevitable alza de precios que ya se empieza a sentir en el maíz y el trigo; pero, también, expectativa en quienes tienen la dicha, no solo de ser autosuficientes, sino, de tener la capacidad de producir tan grandes cantidades por encima de sus necesidades, que cuentan con altos excedentes para exportar.
El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania viene a demostrar, una vez más, la importancia estratégica que tiene la producción de alimentos. Más allá de la ideología, de la retórica y de todo cálculo político, a la hora de la hora, la alimentación juega un rol preponderante para la estabilidad, habida cuenta que incluso se han dado situaciones donde la población, por causa de la falta de alimento o su encarecimiento, ha puesto en vilo o depuesto a sus gobernantes.
Por tanto, si la producción de alimentos tiene tal connotación, bueno sería escuchar a quienes recomiendan apostar a fondo por su producción, sabiendo que por causa del incremento de la población, un negocio seguro a futuro será, aquel que tenga que ver con la alimentación.
En este orden de ideas, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) más de una vez aseveró que la región de Latinoamérica y el Caribe puede llegar a ser un exportador neto de alimentos, siempre y cuando cumpla con una condición: “Con una mejor producción, la región puede consolidar
su papel como primer exportador neto de alimentos del mundo y aprovechar la creciente demanda de productos agroalimentarios”, indicó el Director General de la FAO, Qu Dongyu (“FAO: Latinoamérica puede afianzarse como primer exportador neto de alimentos”, www.swissinfo.ch, 30.03.2022).
Para el Director General de la FAO, “La región produce hoy suficientes alimentos, en términos calóricos, para mantener la vida de aproximadamente 1.300 millones de personas, pero advirtió que para el año 2050 eso ya no será suficiente, pues se deberá sustentar a casi 10.000 millones”, para lo cual habrá que encarar acciones en materia de innovaciones y acceso a fertilizantes e insumos, con miras a incrementar la productividad, buscando el menor impacto ambiental con la ayuda de la ciencia para “producir más con menos” (Ibid).
Lo que pasa con la guerra Rusia-Ucrania no es un tema menor, ya que atañe a dos jugadores globales en el campo de los cereales y las oleaginosas, además que Rusia es el primer exportador de fertilizantes de nitrógeno y el segundo de potasio en el mundo, lo que complica a quienes dependen de los mismos por el incremento de costos derivado del bloqueo, afectando a los productores, inicialmente, y a posteriori, a los consumidores.
Pero ¿qué tiene que ver esto con Bolivia? Hay buenas y malas noticias…
Del lado de las malas, está el hecho que nuestro país es importador neto de trigo y harina de trigo, por tanto, podremos esperar una subida del costo de importación, incluso por la vía del contrabando, siendo que el precio del dólar ha subido; otro tanto pasará con la compra de maíz amarillo duro, desde el extranjero.
Por el lado de las buenas noticias, estaría la posibilidad de que suba el precio de las oleaginosas, el “producto estrella” dentro de las agroexportaciones del país, pero también, desde el lado de la esperanza, que es lo último que se pierde, que el gobierno entienda -con lo que está pasando- que la solución a la falta de dólares en Bolivia puede darse a través de la exportación, principalmente, de productos que tienen que ver con la alimentación.
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional