Por: Lic. M.Sc. Wily Marcos Chipana Mamani
Periodista
Cada domingo al pasar por el puente de la Ceja de El Alto, se escuchan las palabras de un pastor evangélico que pide a sus fieles creer en la fe que profesa, a pesar que sus condiciones de vida no sean de las mejores. Esta escena me recordó al discurso del presidente Luis Arce, en conmemoración por el Día del Estado Plurinacional, quien mostró las virtudes del modelo económico social comunitario productivo (MESCP) y aseguró que vendrán días mejores.
En 23 minutos, el Jefe de Estado mencionó que el MESCP no está agotado y aseguró que se mantiene la subvención a los carburantes y a los alimentos, la desocupación está por debajo del 4%, la pobreza es menor al 40%, no se reducen los salarios ni se corta la inversión pública y no se privatizan las empresas o los recursos naturales. Esto es a pesar de las “dificultades” existentes que “impiden estar mejor” por factores mundiales, remarcó Arce.
Sin embargo, el Jefe de Estado no mencionó el galopante crecimiento del empleo precario y el subempleo sin derechos laborales como reflejo de una economía informal que alcanza al menos el 85%. Además, no indicó sobre la caída libre de las reservas internacionales netas (RIN) de $us 15.122 millones a $us 1.709 millones entre 2014 y 2023, de los cuales sólo quedan $us 166 millones en divisas líquidas.
Voluntario o no, se soslayó la falta de dólares y la existencia de un mercado negro que oferta la divisa estadounidense hasta en Bs 8 la unidad, sin que exista autoridad que ponga coto a esta situación que afecta a los sectores formales. Estas son algunas pruebas que señalan que el MESCP tiene serias deficiencias porque no soluciona los problemas cotidianos de los bolivianos, razón por la cual debe ser reemplazado o modificado de forma urgente.
Asimismo, Arce subrayó que el país es la segunda economía de la región, pero no explicó que cada año el crecimiento se desacelera porque en 2021 fue del 6,1%; en 2022, alcanzó el 3,4%; y en septiembre de 2023, se ubicó en 2,3%. A la par, en cuanto al ingreso per cápita, el país no figura entre los primeros conforme a datos del Banco Mundial, por ejemplo, en Perú es de $us 12.983; en Brasil, $us 16.402 o en Chile es de $us 24.453.
Otro aspecto que Arce obvió fue que la baja tasa de inflación se debe a la subvención a los carburantes que en 2023 demandó el gasto de $us 1.818 millones (Bs 12.678 millones), así como de los alimentos, lo cual derivó en un déficit fiscal del 7,2% en 2022 y que para el 2024 se proyecta 7,8%. La baja tasa de inflación también se debió al boyante contrabando de productos que en 2022 alcanzó a los $us 3.331 millones, que derivó en el despido de miles de trabajadores.
En este sentido, Luis Arce no explicó qué hará ni cómo se afrontará el contrabando de productos de forma integral ni detalló cuál será el procedimiento en el caso de los mineros cooperativistas auríferos que no aportan al fisco conforme a sus ganancias, pero se dan el lujo de regalar autos cero kilómetros. A su vez, Arce dejó en el abismo el tema de la falta de gasolina y diésel, el cual se origina en la poca capacidad productiva de líquidos en el país y la anunciada suspensión de compra de gas natural por parte de la Argentina, a partir de junio de este año, lo que repercutirá en las arcas del Tesoro.
Por estos motivos, el discurso del presidente Luis Arce estuvo a su medida, pero no se refirió a los verdaderos problemas por los que atraviesa el boliviano de a pie que son la “crisis” económica en la que se encuentra, la generación de empleos seguros con salarios dignos y seguridad ciudadana. Un discurso dorado a pedido del cliente cuando va a una pensión y pide lo que le gusta consumir.
El intentar tapar la realidad con un dedo y no ser realista de la verdadera situación puede empujar al país a una crisis económica. Es preciso que el gobierno y todos los sectores económicos acuerden una salida conjunta, al margen de los apasionamientos ideológicos porque el barranco de la crisis no está lejana.