De los viajes y travesías en la historia mundial destacan influyentes exploradores como: Marco Polo, o Cristóbal Colón, a pesar de la controversia por su conquista, o Alexander von Humboldt, entre algunos, este último equiparable con Charles Darwin en cuanto a la influencia que tuvieron en varios ámbitos científicos. En el caso de Darwin, con el nacimiento de un nuevo razonamiento de la vida,expuesto en su obra: “El origen de las especies”. Siglos antes de ambos, matiza la figura de, Alvar Núñez Cabezas de Vaca, un explorador español que recorrió largas extensiones de tierra, después que naufragaran las naves de la expedición en las que viajaban. La vida de Alvar está llena de conmovedoras historias durante su travesía por centro y norte América. En su libro: “Naufragios y comentarios” relata esos episodios desde sus inicios en 1527.
“A 17 días del mes de junio de 1527 partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el gobernador Pánfilo de Narváez, con poder y mandado de Vuestra Majestad, para conquistar y gobernar las provincias que están desde el rio de las Palmas hasta el cabo de la Florida, las cuales son en Tierra Firme; y la armada que llevaba eran cinco navíos, en los cuales, poco más o menos, irían seiscientos hombres. Los oficiales que llevaba eran: Cabeza de Vaca, por tesorero y por alguacil mayor; Alonso Enríquez, contador; Alonso de Solís, por factor de Vuestra Majestad y por veedor; iba un fraile de la Orden de San Francisco por comisario, que se llamaba fray Juan Suarez, con otros cuatro frailes de la misma Orden”.
Su primer desembarque fue en la isla de Santo Domingo (República Dominicana), donde permanecieron cuarenta y cinco días, sobre todo aprovisionándose, en particular de caballos, para luego dirigirse a Santiago, puerto de la isla de Cuba, donde obtuvieron más gente, armas y caballos.
Alguien les ofrece más provisiones, pero tienen que ir a buscarlas a la ciudad de Trinidad, a cien leguas del puerto de Santiago (20 Km.). Al día siguiente de su llegada, se desata una fuerte tormenta, y la lluvia que cae es de tal intensidad que las naves que lo esperaban en el puerto vuelcan, perdiendo todo lo que llevaban. En tierra las cosas no pueden ir peor. Lo cuenta así: “A esa hora el agua y la tempestad comenzó a crecer tanto que, no menos tormenta había en el pueblo que en la mar, porque todas las casas e iglesias se cayeron, y era necesario que anduviésemos siete u ocho hombres abrazados unos con otros para podernos amparar que el viento no nos llevase”.
Lo que sucede, y ve, Alvar Núñez Cabeza de Vaca,en esas experiencias preliminares, no será más que un suave y casi benigno anticipo de todas las ordalías por las que habrá de pasar a lo largo de diez años errando por Florida.
Es incansable a la hora de describir todo lo que mira, todo lo que sale al paso, ya sean hombres, animales o árboles y plantas. Cuando son interceptados por seminolas y se produce una escaramuza entre ellos, lo cuenta así: “Cuántos indios vimos desde la Florida, aquí, todos son flecheros; y como son tan crecidos de cuerpo y andan desnudos, desde lejos parecen gigantes. Es gente a maravilla bien dispuesta, muy enjutos y de muy grandes fuerzas y ligereza”.
Estos seminolas eran los habitantes primitivos de la Florida, ahora, el año 2024, son los propietarios de Hard Rock, una multinacional que, según la revista Forbes, tiene una facturación de 5. 600 millones de dólares al año. Pero volvamos a hace casi 490 años, a la Florida, cuando Cabeza de Vaca y otros “cristianos”, como llama a sus compañeros empezaban adentrarse en ese extenso territorio.
Como si se tratara de un geógrafo, de un antropólogo, de un etnógrafo y botánico, es minucioso en la observación y en el registro de todo cuanto le resulta sorprendente. Menciona a la tierra de Apalaches, con sus grandes árboles y montes claros, donde hay nogales, laureles, y otros que se llaman liquidámbares, “Por toda ella hay muchas lagunas, grandes y pequeñas, algunas muy trabajosas de pasar…los animales que en ella vimos son: venados de tres maneras, conejos y liebres…entre los cuales vimos un animal que trae los hijos en una bolsa que en la barriga tiene (la zarigüeya)”, dice.
A medida que avanza la expedición aumenta la hostilidad hacia ellos de parte de las diferentes tribus con las que se van encontrando. Son marchas forzadas, de gente hambrienta, caminatas que duraban varios días, sin encontrar nada provechoso, y con el aumento de los hombres enfermos entre ellos. En un momento de mucha dificultad, en uno de esos en los que se pueden proponer los proyectos más descabellados, creen que, lo que les podría sacar de ahí, serian navíos que habría que construir. Pero se dan cuenta de la imposibilidad de construirlos. No sabían hacerlos, además no tenían herramientas, ni quien supiese cómo hacerlos. Pero al día siguiente de esta deliberación aparece uno de ellos que dice que él haría unos cañones de palo, y con unos cueros de venado se harían unos fuelles…y acuerdan hacer de los estribos y espuelas y ballestas, y de las otras cosas que había de hierro, clavos, sierras, hachas y otras herramientas.
Los caballos fueron sacrificados uno tras otro, para dar de comer a la gente; con sus crines y colas se hicieron jarcias y cuerdas. Las camisas de los expedicionarios sirvieron para fabricar las velas. “Y tanta diligencia pusimos que, comenzándolas a 4 días de agosto, a 20 días del mes de septiembre eran acabadas cinco barcas. Antes de que pudieran embarcar, murieron más de cuarenta hombres, de enfermedad y de hambre. A los 22 días del mes de septiembre- escribe- se acabaron de comer los caballos, que uno sólo quedaba, y nos embarcamos”.
Pero no les sirve de mucho el navegar por las ensenadas, a causa del fuerte oleaje y de las lluvias torrenciales, además de las constantes acometidas por parte de las embarcaciones de los indios. La sed y el hambre les devoran. Algunos hombres de entre ellos mueren a causa de haber bebido agua del mar, era tanta su desesperación.
Al llegar a tierra firme, se encontraron quizá con los Dakota o Sioux. Acudieron cien guerreros, y dice: “Si eran grandes o no, nuestro miedo les hacía parecer gigantes”.
Pero tuvieron amabilidad con ellos. Les dieron de comer en abundancia y los exhibieron ante sus mujeres e hijos, como una especie extraña. Les prometieron volver al siguiente día, con más provisiones. Pero la fatalidad era el signo de la expedición de Cabeza de Vaca. Esa noche durmieron abrigados por la leña que habían logrado encender, sin embargo, a la mañana siguiente, cuando desenterraron la barca para hacerse a la mar, se desató un violento temporal, (un huracán)que hizo la barca añicos y el agua se abatió contra ellos con tal fuerza que desgarró sus ropas y les hizo rodar por el suelo “Los que quedamos escapados, desnudos como nacimos y perdido todo lo que traíamos, y aunque toda valía poco, para entonces valía mucho. Y como entonces era por noviembre, y el frio muy grande, y nosotros tales que con poca dificultad nos podían contar los huesos…”.
Los habitantes volvieron por la noche, con más alimentos, pero al ver el estado en el que se encontraban se espantaron tanto que se volvieron atrás.
Desde entonces, y durante los nueve años que le quedaban en la Florida, Cabeza de Vaca tuvo que vivir y caminar así desnudo. A lo largo de dos años fue esclavo de una tribu, de la que huyó y pudo dedicarse al oficio de mercader entre los diferentes pueblos. Aprendió seis idiomas nativos. Menciona a manera anecdótica: “En el tiempo que así estaba, entre éstos vi una diablura, y es que vi a un hombre casado con otro, y estos son unos hombres amaromados, impotentes, y andan tapados como mujeres, y tiran arco y llevan gran carga”.
Finalmente, el año 1537, después de diez años de errar y pasar un sin número de calamidades, pudo Alvar Núñez Cabeza de Vaca retornar a España. El año 1545 fue nombrado gobernador de la provincia del Rio de la Plata.
De explorador tuvo mucho, de conquistador nada, falleció en 1559 o 1564, sin precisión en el año.