Por: José Luis Toro
De Newton dijo Keynes: “ha sido el último de los magos.” Pero también de los científicos iconoclastas del siglo pasado, sobre todo de los físicos que abrieron las puertas de una nueva realidad, con la Teoría de la Relatividad de Einstein, y la física de partículas, la llamada física cuántica, elaborada por Plank, Heisenberg, Bohr, Dirac, Born, Schröndiger y Feynmam, entre otros, se puede decir que eran una especie de magos.
El matemático Mark Kac, dijo sobre Feynman:
“En ciencia, como en otros campos del trabajo humano, hay dos tipos de genios: el “corriente” y el “mago”. Un genio corriente es alguien como usted y yo, solo que muy superior. No hay ningún misterio en cómo trabaja su mente. Una vez que hemos entendido lo que ha hecho, sentimos que nosotros también podemos hacerlo. Con los magos es diferente…la forma de trabajar de sus mentes es, todos los sentidos, incomprensible…Richard Feynman era un mago del máximo calibre”.
Richard Feynman (que nació el 11 de mayo de 1918, en Nueva York, Estados Unidos), era un científico nada convencional. Fue rechazado por el ejército al ser considerado poco menos que deficiente mental, el, que posteriormente, en 1965, recibió, compartido, el premio nobel de física. Lo ha recordado con bastante humor en una de sus autobiografías: “¿Está de broma, señor Feynman?”. La otra lleva como título una frase que solía decirle su mujer: “¿Qué te importa lo que piensan los demás?”.
Fue reclutado por Oppenheimer para las investigaciones que dieron lugar al primer reactor nuclear, el Proyecto Manhattan, en Los Álamos, Nuevo México. Trabajando en ese lugar tenía que visitar a su joven esposa que enferma de tuberculosis se encontraba internada en un hospital a 160 Km. de distancia. Se habían conocido y comprometido desde muy jóvenes. Al morir Arlin, Arlin Greenbaum, la desolación que le invadió a Feynman, fue casi devastadora, aunque por ambos era sabido lo ineluctable del final que le aguardaba a ella dentro de poco tiempo.
A diferencia de casi todos los científicos, que aprovechaban sus años sabáticos para recorrer Europa, Feynman quiso conocer Sudamérica. Y, con esa finalidad, se propuso aprender español. Se dirigió a matricularse en las clases de español que daban en la Universidad, y estando en la fila, como lo cuenta en su:” ¿Está de broma, señor Feynman?”, vio pasar una mujer rubia espectacular que se dirigía a la sección de portugués. Sin pensarlo se fue detrás de ella. Pero luego recapacitó y se dijo: Soy un científico, es decir, alguien que se guía por sus razonamientos, no por sus emociones” Pero, casualmente, poco tiempo después, llegó una delegación de físicos brasileños a Caltech, la Universidad en la que trabajaba Feynman. Después de unos meses, atendiendo la invitación que le hizo esa delegación de físicos brasileños, Feynman viajo a Brasil, para pasar unos cuantos meses en Rio de Janeiro.
No pudo haber conocido otro sitio mejor. Por las mañanas se ocupaba de sus trabajos científicos, de sus conversaciones telefónicas, muy complicadas entonces, con los grandes del mundo de la ciencia, con Fermi, Pauli, Beth. Por las tardes no se perdía acudir a las playas, a conocer chicas, a retozar con ellas. Incluso se hizo miembro de una escuela de samba. Un día, durante una de las clases, que consistía en recorrer bailando unas calles, antes del famoso Carnaval, percibió horrorizado que el recorrido de su escuela pasaba delante del hotel en el que se hallaba hospedado. Cosa que no se había podido imaginar, se sintió avergonzado, sin poder esconder su figura ante los empleados del hotel que le reconocerían. Un científico de fama mundial, bailando por las calles de Río de Janeiro, como miembro de una escuela de samba…imposible esconderse. Lo que habría pensado en esos instantes no podía haber sido otra cosa que el “¡Trágame tierra!”, para continuar bailando y riendo, de acuerdo a su carácter.
También aprendió a tocar los bongos, y los tocó de forma profesional, cobrando.
Volvió a los Estados Unidos junto a una mujer brasileña. Pero luego se separaron. Mas adelante, volvió a casarse, dos veces, pero también amó a otras muchas mujeres, bailarinas, prostitutas. Tenía una mesa reservada en un club de Striptease, cercano a su Caltech.
Para explicar las teorías de la mecánica cuántica a sus alumnos en Caltech se valió de unos diagramas que realizó él mismo y que incluso estaban dibujadas en su furgoneta, los famosos “Diagramas de Feynman”.
Entre sus dichos memorables están, por ejemplo:
“Para la existencia de la ciencia es necesario cabezas que no acepten que la naturaleza debe seguir ciertas condiciones predeterminadas”
“La mecánica cuántica describe la naturaleza como algo absurdo al sentido común””
“Los detalles de la experiencia real se hallan a menudo muy alejados de las leyes fundamentales”.
“Encuentro que la física es una especialidad maravillosa. Conocemos mucho, luego lo expresamos todo eso en unas pocas ecuaciones, por lo que decimos que sabemos muy poco”.
Richard Feynman murió el 15 de febrero de 1988.
…
José Luis Toro es periodista, abogado y escritor.