Por: Lic. M. Sc. Willy Marcos Chipana Mamani
Periodista
Como dice el dicho sobre llovido mojado, pero ahora sería con pulmonía crónica a punto de ser declarado caso perdido. Así está el modelo económico que se aplicó desde enero de 2006 hasta la fecha, el cual fue sustentado y defendido por el Presidente Luis Alberto Arce, quien llegó a decir en un momento que la economía estaba “blindada”.
Esto se debe a que Luis Arce Catacora, reconoció esta semana que existe una declinación en la producción de gas desde 2014 y que “tocó fondo”, lo cual fue confirmado por el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) Armin Dorgathen, quien indicó que entre 2014 y junio de 2023 la producción de gas natural cayó de 59 millones metros cúbicos día (MMmcd) a 37,2 MMmcd, es decir, hubo una caída de 22,8 MMmcd de gas natural.
La causa fundamental fue que en su tiempo no se realizaron trabajos de exploración y de perforación de pozos hidrocarburíferos para reemplazar a los que están en declinación. Empero, a qué conclusiones se llega a partir de las declaraciones del exministro de Economía de Evo Morales y ahora Presidente Luis Arce, debido a que este hecho generará consecuencias en la economía nacional que son las siguientes:
Primero: Queda claro que el país vivió una ilusión sobre un proceso de cambio sostenido por la producción y comercialización de materias primas (gas natural y minerales) como en el periodo nacionalista de 1952 que se agotó y nunca ingresó a un proceso de industrialización de los recursos naturales. Los gobernantes responsables de este hecho (2006-2019) junto al exministro de Economía y ahora Presidente Luis Arce, nunca o jamás visualizaron que la industrialización con tecnología de punta era el camino a seguir en los diferentes sectores de la economía del país.
Segundo: La “nacionalización de los hidrocarburos” que se implementó en 2006, se convirtió en un mecanismo para crear empleos para los militantes del partido político que coreaban y aún lo hacen por el jefe del partido y no para expandir el sector hidrocarburífero con profesionalismo, idoneidad y capacidad profesional en favor de los bolivianos y el Estado.
Tercero: Los municipios, gobernaciones y las entidades públicas que reciben recursos por la venta de gas natural por concepto de tributos como el Impuesto a los Derivados de los Hidrocarburos (IDH) deberán ajustar sus presupuestos porque sentirán una reducción significativa. Además, se verá afectado la partida de inversión pública, a futuro, lo cual derivará en menos proyectos de infraestructura social y menos empleos directos e indirectos.
Cuarto: También, este hecho significa menos dólares para las reservas internacionales netas (RIN), lo cual tendrá su efecto en la política cambiaria y monetaria, así no les guste escuchar esta realidad a los funcionarios dependientes del gobierno. Esto demuestra que es muy fácil dar discursos cuando el precio del barril de petróleo estaba en $us 100, pero para todo se ponen escusas y no se quiere asumir la responsabilidad.
Quinto. Los ingresos por concepto de la renta petrolera continuarán bajos o podrían seguir en descenso por la poca producción de este energético, así YPFB indique que se realizan trabajos de exploraciones para revertir esta situación, lo cual puede tardar entre cinco y 10 años. Entre 2014 y 2022, la renta petrolera cayó de $us 5.489 millones a $us 2.970 millones, es decir, hubo una pérdida de $us 2.519 millones en ese periodo.
Sexto. El gobierno de Luis Arce Catacora no dijo ni aclaró que junto a la declinación en la producción de gas se presenta también una caída en la producción de petróleo, del cual se extrae gasolina y diésel para el mercado interno. Entre 2014 y 2022, la producción de líquidos cayó de 63 mil barriles de por día (B/d) a 37 mil B/d, es decir, hubo un descenso de 26 mil B/d. La empresa estatal estimó para este 2023 habrá una producción de 32,6 mil B/d, lo cual demuestra que el descenso continuará.
Para sustentar lo mencionado, entre 2016 y 2021, la producción de gasolina cayó de 24.112 B/d a 14.809 barriles por día (B/d), lo que causó que el déficit suba de 4.185 a 19.256 B/d. En el caso del diésel, en similar periodo, se registró una caída de 15.903 a 11.190 B/d y el déficit se elevó de 15.245 a 24.103 B/d. Además, YPFB estimó que la demanda de diésel entre enero y diciembre de 2023 subirá de 159 millones de litros (MMlt) a 225 MMlt, y en el caso de la gasolina, en similar periodo se incrementará de 173 MMlt a 216 MMlt.
Séptimo. La caía en la producción de gas a causa de la falta de trabajos de exploración hidrocarburífera por parte de los gobernantes de turno derivará en que la subvención a los carburantes continúe, así señalen que tienen planes o estrategias para revertir esta situación porque por el otro lado hay huecos insalvables. En 2022, la subvención a los carburantes alcanzó a $us 1,700 millones, lo cual causa de forma indirecta el desangramiento de las RIN.
Por lo mencionado, se infiere que la situación económica del país para el futuro no será buena para todos los bolivianos, debido al agotamiento del modelo económico y a la continua repetición de un discurso que todo va bien que en los hechos no es así. La crisis económica es estructural, lo cual desnuda la debilidad que la economía está “blindada” o que estamos en un “mar de gas”.
Asimismo, sobre llovido mojado, se debe tocar en la próxima ocasión que YPFB reconoció que se dejará de vender gas a la Argentina, cuyas autoridades del vecino país indicaron que eso ocurriría a mediados de 2025.
Esto demuestra que el país siguió viviendo de las materias primas por decisión de las autoridades públicas que se decían ser revolucionarias, antiimperialistas o socialistas, pero en los hechos no transformaron las bases económicas del país.