sábado, noviembre 23, 2024
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Por: Lic. M. Sc. Willy Marcos Chipana Mamani
Periodista y Docente universitario

Hay un dicho que señala: “Enfrenta la realidad tal como es, no como era o como deseas que fuera”. Estas palabras se relacionan con las declaraciones realizadas esta semana por el presidente Luís Arce Catacora, con relación a la situación económica por la que atraviesan los bolivianos de pie.

El Jefe de Estado indicó que el país registra un crecimiento y será la tercera mejor economía de la región, hay una baja tasa de desempleo, existe una estabilidad en el tipo de cambio y Bolivia tiene una espalda económica importante, que ha sabido enfrentar los periodos de crisis más profundos. Una realidad muy distinta a la que perciben los ciudadanos de a pie que se traduce en la existencia de dos Bolivia en el ámbito económico.

La primera Bolivia, es la del gobierno, las autoridades públicas y los políticos afines al oficialismo, quienes aseguran que la cotización del dólar se estabilizó, la oferta y la demanda de la divisa estadounidense vuelve a la normalidad de forma paulatina, la inflación de los productos de la canasta familiar está es baja y controlada. Además, el desempleo urbano abierto no pasa del 4%, lo que quiere decir que de cada 100 ciudadanos bolivianos sólo cuatro están desempleados y 96 gozan de un trabajo y con salarios.

En la Bolivia gubernamental, el país rebosa de un crecimiento económico, el modelo económico goza de buena salud y es apto para afrontar cualquier crisis que se presente. También, la subvención a los carburantes y alimentos está garantizada y que nadie debe preocuparse por ello cada vez que se vaya a dormir. Esa es la Bolivia desde el ángulo oficial, donde no existen problemas críticos, no hay crisis económica, no hay falta de dólares y no hay devaluación de la moneda nacional en los mercados de abasto.

Sin embargo, la otra Bolivia, es la de los ciudadanos de a pie, donde los precios del arroz, el huevo, la papa, el atún o el aceite comestible y otros productos de la canasta familiar subieron de precio, el desempleo supera la cifra el 3,9% que muestra el Instituto Nacional de Estadística (INE) hasta diciembre de 2023, lo cual se traduce en sueldos por debajo del salario mínimo nacional y el incumplimiento de las normas laborales. Además, el dólar se oferta en un promedio Bs 8 la unidad a nivel nacional, lo cual derivó en la devaluación porque para comprar $us 1.000 se necesitaba Bs 6.960, pero ahora se requiere en promedio Bs 8.000, es decir, hay un aumento de más de Bs 1000.

El presidente Arce Catacora, debería saber que el 80% del comercio internacional es en dólares, así como los medicamentos, los repuestos para los vehículos, las materias primas o bienes de capital que sufrieron un aumento, lo que afectó a la economía de los bolsillos de los bolivianos. Esta situación tiene como punto de partida el elevado déficit fiscal que en 2022 llegó al 7.2% con relación al PIB (Producto Interno Bruto) y para este año se prevé 7,8%, lo cual presionó sobre las reservas internacionales netas (RIN) que bajaron de $us 15.122 millones a $us 1.709 millones entre 2014 y 2023.

El alto déficit fiscal se origina en los recursos que se destinan a sueldos y salarios de funcionarios públicos y para la creación de empresas estatales que en algunos casos son deficitarias, por ejemplo, en el Presupuesto General del Estado (PGE) 2024 se presupuestó un gasto consolidado de Bs 265.559 millones, de los cuales para gasto corriente se programó Bs 155.640 millones (58,6%). Ahí radica la falta de dólares para la importación de gasolina y diésel porque para garantizar los carburantes en el país se debe echar mano de las RIN, pero como las reservas llegaron a su nivel más bajo no se cuenta con la certeza de contar con la divisa estadounidense para esta operación comercial.

En la Bolivia del ciudadano de pie, el 80% de la economía está sustentada por la informalidad como el contrabando, el narcotráfico, los recursos que generan los cocaleros y los mineros cooperativistas que no pagan los tributos en proporción a las ganancias que obtienen. El año anterior, el ministro de Economía Marcelo Montenegro, señaló que en la economía informal circulan $us 10.000 millones.

También se registra un aumento sostenido de la deuda externa que a noviembre de 2013 alcanzó a $us 13.512 millones, lo cual deberá ser cancelado por todos los bolivianos tarde o temprano, se registra una caída por los ingresos por la venta de gas natural de $us 2.973 millones a $us 2.046 millones entre 2022 y 2023 y un descenso en la renta petrolera de $us 5.489 millones a $us 2.043 millones. Esta situación se traduce en menores recursos para las arcas del Estado para inversión pública que deberían servir para construir carreteras, escuelas, centros de salud o viviendas sociales o para subvencionar los carburantes y alimentos que cada vez se incrementa.

Estas son las dos Bolivia, que deben ser abordadas con seriedad por los actores económicos para que se apliquen políticas económicas adecuadas para mejorar la vida de los bolivianos. Este hecho sólo se traducirá en el aumento de la producción para generar valor agregado con tecnología de última generación, para lo cual es necesario un acuerdo nacional entre el sector público y el privado al margen de los colores partidarios porque en economía no hay ideología.

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