Por: El Librepensante
Leyendo el título de este texto parece una dura alusión a los jueces que imparten justicia en los partidos de fútbol. Esa frase tiene dos partes y tres actores que han decido echar basura al “deporte rey”.
Aquí surge el nombre del árbitro chuquisaqueño Dilio Rodríguez, quien fue suspendido por tercera vez por la Comisión de Árbitros de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF). Ahora, el castigo rige de manera indefinida. ¿Será? Nada raro que haya una cuarta o quinta suspensión. Así está nuestro fútbol.
Pero ¿por qué tienen a Rodríguez en el ojo de la tormenta? La respuesta está en el partido que disputó Bolívar frente a San Antonio de Bulo Bulo.
No se trata solo de la queja que planteó la Academia. Solo basta tener tres dedos de frente para ver que el “juez” se equivocó a la hora de cobrar y perjudicó a ambos clubes, no solo a uno. En suma, perjudicó el buen fútbol.
Como “Dilio” hay muchos más que se creen “todopoderosos” por tener un silbato en la boca y unas tarjetas en las bolsas. Al menos eso debe darles el poder… ¿O hay lago más? No se sabe, pero que se vayan.
En el otro frente están los alevosos del gramado. Aquellos que se creen cachascanistas y prefieren jugar sucio y de forma desleal, que no respetan a los buenos jueces, que insultan, que meten a la madre ajena, que son ridículos payasos… A estos también hay que invitarlos a dejar este noble deporte.
Aquí no cabe el machismo si se piensa que este es un “deporte de hombres”. Eso no tiene nada que ver. El claro ejemplo está en Europa. Tanto nos gusta la “Champions” que deberíamos aprender lo bueno que tiene ése y otros torneos.
¿Por qué no le damos nivel a nuestros campeonatos? ¿Por qué no queremos su progreso? ¿Acaso no merecemos mejores espectáculos deportivos?
Hay que dejar de lado los intereses personales, las fotitos para la prensa y otras demostraciones que no tienen ningún efecto deben quedar en la historia. Es hora de actuar. Las sanciones deben ser duras y deben llegar inclusive en partidos amistosos como aquel que terminó en pelea en un estadio del oriente del país.
En este punto hay que hacer una pausa para también exigir una dura sanción para aquellas “barras” que les gusta agredir a sus ocasionales rivales, a los que golpean a los policías o quieren hacerse a los vivos… es necesaria una dura sanción para los pandilleros que machan el noble papel de los hinchas. Ni siquiera deberían ingresar a los estadios.
Basta de árbitros, futbolistas y barras bravas mediocres, basta de actores payasos… este no es un circo. ¡Está dicho!